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Una de las principales características clínicas de las infecciones respiratorias agudas es la inespecificidad de sus síntomas: un mismo cuadro clínico puede estar causado por distintos agentes virales, y un virus concreto puede producir diferentes cuadros clínicos. Además, las de etiología viral suelen presentar algunas características comunes, como son la existencia de un periodo de incubación relativamente corto, o mecanismos similares de transmisión. También es muy variable la gravedad de los síntomas, que puede determinar la necesidad de atención médica primaria en centros de salud, y en otras ocasiones, de atención médica hospitalaria.

 

Tipos de infecciones respiratorias

Aunque las infecciones respiratorias las pueden causar bacterias, virus y hongos, los virus son los principales agentes etiológicos de dichas infecciones, tanto en la patología adulta como en la infantil, responsables del 50 al 90% de estas infecciones.

Podemos destacar las siguientes:

RESFRÍADO COMÚN (RINITIS)

Es la inflamación de la mucosa nasal. Es una infección sumamente frecuente, y es la manifestación más habitual de infección del tracto respiratorio superior causada por diferentes virus. A pesar de su elevada frecuencia, no existe terapéutica ni medidas preventivas específicas para la mayoría de sus agentes etiológicos.

El resfriado común suele ocurrir con mayor frecuencia en los meses fríos del año, pero cada virus tiene su propia incidencia estacional.

 

FARINGITIS Y AMIGDALITIS

Es una infección frecuente, tanto en niños como en adultos.

La mayoría de las faringoamigdalitis son virales, pero a diferencia de lo que ocurre con la rinitis, también puede ser de etiología bacteriana y es especialmente importante diferenciar unas de otras.

Estas infecciones ocurren durante todo el año, pero tienen su pico de incidencia en otoño y en primavera. El grupo de mayor riesgo de tener complicaciones es el de 5 a 15 años. La trasmisión se produce por vía respiratoria por contacto estrecho persona a persona.

El virus de la gripe puede considerarse como uno de los causantes de las faringitis y faringoamigdalitis.

SINUSITIS AGUDA

Es la inflamación de la mucosa de los senos paranasales de menos de cuatro semanas de evolución. Es una afección frecuente en niños y adultos.

BRONQUITIS AGUDA

Es un trastorno inflamatorio traqueobronquial que suele asociarse con una infección respiratoria generalizada. Se presenta sobre todo durante los meses invernales. Este cuadro es de etiología viral en la gran mayoría de los casos siendo los agentes implicados con mayor frecuencia Rinovirus, Coronavirus, Influenza y Adenovirus.

NEUMONÍA AGUDA

La neumonía es una enfermedad inflamatoria del parénquima pulmonar de etiología infecciosa, que puede ser causada por bacterias, virus, hongos o parásitos. Se caracteriza por fiebre, sintomatología respiratoria variable y la aparición de infiltrados en la radiología. Por lo tanto esta entidad es de diagnóstico clínico, radiológico y evolutivo.

Tabla 1. Principales virus respiratorios y cuadros clínicos más frecuentes

Prevención

Las primeras medidas de prevención son aquellas que comportan una serie de normas higiénicas y de comportamiento, así como una nutrición equilibrada y completa, con el fin de tener un sistema inmunológico competente y preparado para actuar correctamente ante una infección respiratoria. La administración de vacunas se recomienda para determinados grupos de población, en aquellos casos en los que existe dicha medida preventiva, ya que no hay vacuna para todos los virus que causan este tipo de infecciones.

1) Normas higiénico-dietéticas

  • El primer paso para prevenir la difusión de las virosis consiste en practicar la debida higiene. Eso implica el lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, así como utilizar geles desinfectantes para las manos.
  • Cuidar de la higiene personal, evitando compartir con otras personas copas, platos, vasos, útiles de aseo o cualquier otro objeto que pueda haber estado en contacto con saliva y mucosas.
  • Protegerse adecuadamente frente a los grandes contrastes de temperatura. Al salir a la calle, conviene abrigarse bien y en lo posible respirar por la nariz, hasta llegar a un lugar con temperatura ambiental más cálida.
  • Evitar las grandes aglomeraciones de gente y los locales poco ventilados.
  • Alimentación completa y equilibrada.

2) Complejos vitamínicos: Ante bajadas leves de defensas, situaciones de estrés y con el efecto de potenciar la inmunidad, se administran cápsulas o comprimidos de complejos vitamínicos durante plazos de 1-2 meses. El efecto puede ayudarnos a prevenir la adquisición de infecciones respiratorias o al menos a sufrir con menor intensidad sus síntomas.

3) Vacunación: Otra medida preventiva importante es la inmunización antiviral. Esto supone la administración de vacunas que estimulen al sistema inmunitario a producir anticuerpos, que son proteínas capaces de atacar a un determinado virus.

  • El virus de la gripe sufre alteraciones cada ciertos años y en forma muy pronunciada cada decenio, de manera que la vacuna de la gripe sólo vale para un año o dos, y después es necesario ponerla al día.
  • En cambio, no existen vacunas para otros virus, como por ejemplo, el del resfriado común.
  • ¿Quién se debe vacunar frente a la gripe? La vacunación se recomienda fundamentalmente para las personas con alto riesgo de sufrir complicaciones en caso de padecer la gripe y para las personas en contacto con estos grupos de alto riesgo ya que pueden transmitírsela.
    Así, los grupos de población en los que se recomienda la vacunación antigripal, son las siguientes:

a) Personas de edad mayor o igual a 65 años.

b) Personas menores de 65 años que presentan un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe (por ejemplo, personas con otras enfermedades respiratorias crónicas).

c) Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones, (como pueden ser los profesionales sanitarios que trabajen en una unidad de neumología).

  • ¿Por qué hay que vacunarse cada año?
    Las campañas de vacunación se inician en la estación de otoño. El motivo de realizarse campañas anuales de vacunación es porque los anticuerpos producidos en respuesta a la vacunación antigripal van disminuyendo con el tiempo y pueden no ser suficientes para garantizar la adecuada protección al año siguiente de la vacunación. Además, el proceso evolutivo normal del virus de la gripe incluye una serie de variaciones antigénicas menores que suponen una diferencia en un pequeño número de aminoácidos en las proteínas hemaglutinina y neuraminidasa. La consecuencia de estas pequeñas variaciones es que la vacuna antigripal debe ser modificada anualmente adaptándola a las cepas que se estima circularán en cada temporada. En este punto juega un papel fundamental la vigilancia nacional e internacional de la gripe, que tiene como objetivo fundamental caracterizar adecuadamente los virus circulantes y su difusión entre la población.

 

Tratamiento

Las infecciones respiratorias virales reciben únicamente tratamiento sintomático. El tratamiento antibiótico no está justificado salvo que se detecte una infección bacteriana concomitante o se sospeche por los datos clínicos y analíticos. Por tanto, el tratamiento antibiótico siempre lo deberá prescribir un médico.

  • Resistencia a antibióticos

Un alto consumo de antibióticos da lugar a un aumento en el número de infecciones causadas por bacterias resistentes y a una mayor mortalidad, mayor estancia hospitalaria y mayores costes. Un aumento en el consumo de antibióticos potentes conduce inevitablemente a un mayor número de bacterias resistentes. El paciente que se encuentre mal, nunca debe automedicarse antibióticos, sino acudir al centro de salud si tras el tratamiento sintomático no mejora.

  • Tratamiento sintomático

En general, un resfriado común se resuelve espontáneamente en una semana pero puede durar más tiempo.

El tratamiento es principalmente sintomático, con antitérmicos y analgésicos, antitusivos suaves y antihistamínicos a dosis bajas (hay medicamentos que los combinan), se debe aumentar la ingesta de líquidos para fluidificar el moco y usar terapias físicas como gargarismos y lavados nasales con suero fisiológico.

Los principales productos que encontramos en la oficina de farmacia para el tratamiento sintomático de infecciones respiratorias víricas son los siguientes:

  • Productos antigripales: que agrupan analgésicos, antitérmicos, antitusivos, antisecretores nasales, que pueden ir asociados a vitamina C. Se suelen administrar en sobres o en comprimidos efervescentes.
  • Antitusivos y mucolíticos: ayudan a eliminar la secreción mucosa que se forma en las vías respiratorias y que es causante de la llamada tos productiva. Se utiliza en jarabes y en sobres.
  • Descongestivos nasales: en forma de sprays, sirven para aliviar el exceso de mucosidad en las fosas nasales.
  • Bucofaríngeos: en forma de pastillas para chupar, mediante su acción anestésica local, reducen la inflamación de la garganta y alivian las infecciones leves de boca y garganta.

También podemos optar por productos de origen vegetal, que se administran en cápsulas, comprimidos, ungüentos, de forma tópica o en infusión y que nos ayudan o bien a mejorar la sintomatología o bien a potenciar nuestras defensas:

  • Eucalipto: El eucalipto es la planta más recomendable en cualquier afección respiratoria por ser expectorante (ayuda a expulsar el moco) y broncodilatador. Administración: La forma más recomendable de utilizar eucalipto es en aceite esencial, realizando friegas por el pecho y masajes en la espalda. Se pueden realizar inhalaciones de vapor con aceite esencial de eucalipto, junto con pino, por ejemplo.
  • Equinácea: Tiene un gran poder inmunológico, protege el organismo mejorando la función de los leucocitos. Su uso más extendido es para tratar las enfermedades respiratorias típicas como gripe, resfriado, catarro, sinusitis, laringitis… Elimina los síntomas de estas enfermedades ya que desinflama los cornetes nasales y es expectorante, a la vez ayuda al organismo a luchar contra el microorganismo que causa la enfermedad. Por tanto, previene y trata las infecciones respiratorias leves.
  • Propóleo: Sustancia obtenida por las abejas de las yemas de los árboles y que usan para evitar los hongos, bacterias y virus en la colmena a modo de antibiótico. Da muy buenos resultados en casos de faringitis, bronquitis o amigdalitis por su efecto antiinflamatorio, protector y analgésico.
  • Extracto de semilla de Pomelo: Bactericida, antivírico y antifúngico. Útil en tratamiento de gripe y bronquitis. Además es un gran antiinflamatorio y antioxidante muy rico en vitamina C, por lo que mejora el sistema inmune.
  • Pino: Poderoso antiséptico, útil en caso de bronquitis, laringitis y gripe. Alivia los trastornos respiratorios. Administración: La forma más recomendable de utilizar pino es en aceite esencial, realizando friegas por el pecho y masajes en la espalda. Se pueden realizar inhalaciones de vapor con aceite esencial de pino así como ingerir un par de gotas en infusión.
  • Menta: La menta es ideal para casos de congestión nasal, sinusitis o bronquitis. Produce un frescor inmediato con un efecto tónico que mejora la circulación de la sangre local, desinflamando los senos nasales que producen taponamiento y ayudando a expulsar el moco.
  • Administración: Se puede utilizar el aceite esencial de menta para masajear pecho y espalda, así como realizar inhalaciones. Una sola gota aplicada localmente por encima de las cejas y a los lados de la nariz alivia la congestión y sinusitis.
  • Romero: Acción tonificante, relaja y alivia la carga muscular, por lo que ayuda a relajar los músculos de la caja torácica en casos de dificultad respiratoria. Administración: Se puede utilizar el aceite esencial de romero para masajear pecho y espalda, así como realizar inhalaciones. También se puede utilizar la planta seca en infusión.
  • Jengibre: Estimula la función respiratoria. En infusión es un refuerzo inmunitario muy potente para la tos, los resfriados, la gripe y la irritación de garganta.

La sintomatología de las infecciones respiratorias víricas es molesta y persistente. Desde la oficina de farmacia podemos recomendar multitud de productos que alivian esos síntomas así como recordar al paciente que los antibióticos son inútiles frente a estas infecciones y que su mal uso disminuye su eficacia cuando realmente se necesitan (infecciones bacterianas). Unas buenas medidas higiénico dietéticas y la administración de reforzadores inmunitarios en períodos de estrés, así como vacunarse contra la gripe en los grupos de población de riesgo, son medidas que ayudarán al paciente a evitar esta sintomatología que se presenta estacionalmente.

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