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Protagonista | Entrevista a la Dra. Mª Angeles Canós Verdecho, Jefa de la Unidad Multidisciplinar de Tratamiento del Dolor del Hospital Universitario y Politécnico La Fe

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La Dra. Mª Angeles Canós Verdecho es Jefa de la Unidad Multidisciplinar de Tratamiento del Dolor del Hospital Universitario y Politécnico La Fe, galardonada con el Premio Best In Class a la mejor Unidad del Dolor de 2017 como reconocimiento a la calidad profesional y humana de su equipo de facultativos. También es Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española del Dolor (SED).

¿El dolor crónico puede ser considerado una enfermedad en sí misma?

Desde 2010, la OMS considera al dolor como una enfermedad en sí misma y no como un síntoma (como la medicina lo ha tratado tradicionalmente), y califica al dolor crónico como la mayor amenaza para la calidad de vida a nivel mundial, siendo en España la principal causa de absentismo laboral.

En el “Documento Marco para la mejora del abordaje del dolor en el SNS” aparece el dolor como elemento prioritario y transversal de las estrategias y políticas de salud del SNS, cuyo “objetivo es promover una atención segura para el paciente” fomentando los procedimientos consensuados necesarios que se logre este propósito.

¿Qué acciones se realizan desde la SED para concienciar de este problema?

Por ejemplo, el pasado 17 de octubre, Día Mundial del Dolor, la SED celebró un acto institucional con la asistencia de muchos representantes relacionados con el área del dolor, profesionales de la salud, asociaciones de pacientes, instituciones políticas y sociales, para dar relevancia a la importancia del tratamiento del dolor postoperatorio evitando su posterior cronificación.

El objetivo siempre es mejorar la formación, investigación y asistencia de los procesos dolorosos, facilitando una cultura sanitaria sobre el estudio y tratamiento del dolor a todos los niveles, para que exista una mejor y mayor comprensión del “Dolor” en todos los profesionales sanitarios intra y extra hospitalarios.

Como vocal de la Junta Directiva de la SED, puedo transmitir el gran trabajo de la Sociedad realizado estos años en la formación médica en este área de conocimiento y atención a los pacientes con dolor. Esto ha permitido llegar a un nivel de competencia profesional cada vez más extenso, homogéneo y multidisciplinar, incorporando técnicas avanzadas con mayor complejidad en el abordaje del dolor, especialmente el crónico.

El gran reto de la SED es alcanzar la acreditación profesional adecuada, y continuar con los planes de mejora en los ámbitos referidos.

¿Los pacientes con dolor crónico deben recibir además del tratamiento farmacológico tratamiento psicológico? ¿Hasta qué punto es importante?

Dada la función multidimensional del dolor y su complejo manejo, el abordaje debe ser integral y multidisciplinar. Hay que efectuar una Evaluación global del paciente con dolor crónico, incluyendo criterios de valoración Social, Emocional, Funcional y Nutricional, siendo el aspecto emocional uno de los más relevantes en este entorno. Son muchos los estudios que muestran que los factores psicológicos juegan un papel clave en el proceso del dolor, y que el estímulo doloroso provocará más o menos discapacidad según cómo sea evaluado y afrontado.

Aunque la causa del dolor sea, en la mayoría de los casos, inicialmente de tipo orgánico, los factores psicológicos son determinantes tanto para predecir la discapacidad que el dolor producirá como su posible cronificación. Nosotros en nuestra Unidad contamos con un psicólogo clínico, cuya labor es primordial en el afrontamiento del dolor y mejora de los resultados en los tratamientos intervencionistas.

¿Cree que abusamos de los medicamentos para el dolor?

En general no. Pero aunque el tratamiento más habitual en estos pacientes es el farmacológico, las opciones no farmacológicas deben tenerse en cuenta por su eficacia, bajo coste y baja tasa de efectos secundarios. Es necesaria una estrategia de trabajo para diseñar un tratamiento a medida de cada paciente.

El objetivo es aliviar el dolor más que abolirlo completamente, y conseguir optimizar las actividades de la vida diaria. Debe utilizarse la dosis mínima eficaz, empezar con dosis bajas e ir incrementándolas lentamente, que aporte la mejor relación beneficio/riesgo.

La actual epidemia de adicción a los opioides que sufre Estados Unidos ha sido definida como la peor crisis de drogas en la historia del país. ¿Puede ser peligroso el uso de estas sustancias?

En las últimas décadas hemos asistido a la progresiva aparición en el mercado de nuevos opioides y a una creciente utilización de los mismos en el dolor crónico no oncológico (DCNO). En parte se ha debido a la gran presión comercial, lo que aumenta el riesgo de un mal uso y abuso de estas sustancias y ha llevado a algunos autores a hablar de «epidemia de opioides».

En un intento por reducir esta “epidemia”, la FDA puso en marcha un programa de minimización de riesgos, que incluye cambios en la información de los envases de opioides de acción larga y de liberación sostenida para advertir acerca de su riesgo de adicción, abuso, mal uso, sobredosis y muerte, y ha instado a los laboratorios a realizar estudios para evaluar los riesgos de la utilización de opioides a largo plazo. Sin embargo, esta medida no está exenta de polémica, ya que con la excusa del riesgo de abuso o adicción, se puede estar negando el acceso a los opioides a grupos de pacientes con dolor crónico que se podrían beneficiar de ellos y que tienen derecho a recibir un tratamiento.

Por todo ello, el tratamiento con opioides mayores en dolor crónico no oncológico sigue siendo controvertido. Puede ser adecuado cuando el dolor es intenso y continuo y no responde a otras terapias razonables, y se debe reevaluar periódicamente su efectividad, y considerar la retirada gradual.

Durante el último congreso de la SED se habló sobre el potencial terapéutico de los derivados del cannabis para ayudar a controlar ciertos síntomas en pacientes con enfermedades crónicas. ¿Pueden utilizarse en España? ¿Bajo qué criterios?

Los cannabinoides disponibles tienen un rol analgésico, son modestamente eficaces y seguros, y proporcionan una opción terapéutica razonable en el tratamiento del dolor crónico no oncológico en pacientes seleccionados. La indicación debe realizarse como cualquier otro fármaco con posibilidad de dependencia. El desarrollo de estudios calidad y uniformes siguen siendo necesarios para una definición a largo plazo de sus indicaciones y contraindicaciones. El mayor desarrollo de trabajos y evidencia es en relación al dolor neuropático central asociado a la esclerosis múltiple para el manejo de la espasticidad y dolor central asociado a esta patología.

¿Qué alternativas a los fármacos pueden ser beneficiosas y complementarias para el paciente?

Actualmente el ejercicio, en lugar de ser evitado, debería convertirse en una parte integral del tratamiento del dolor crónico, sobre todo ejercicios aeróbicos y de resistencia, aunque motivar a los pacientes para que hagan ejercicio a veces es un reto, especialmente si estos asocian el movimiento con el dolor. La dosis óptima y tipo de ejercicio varían para cada persona en cada situación: edad, enfermedades, estilo de vida… De ahí la dificultad de establecer pautas que puedan aplicarse a toda la población. De todos modos, existe un mínimo indispensable para casi todas las personas. Así, la Organización Mundial de la Salud recomienda de forma genérica que toda persona adulta (y anciana, siempre que sus limitaciones médicas no se lo impidan) debe realizar al menos 150 minutos de ejercicio físico aeróbico de intensidad moderada semanalmente o al menos 75 minutos de alta intensidad. Asimismo, los expertos internacionales recomiendan realizar ejercicios de fuerza (como levantar pesas) que impliquen a los grandes grupos musculares entre una y dos veces a la semana.

Respecto a los hábitos alimenticios, mantener un peso ideal es una buena noticia para la columna vertebral, y lo agradecerá con un mejor funcionamiento y menos lesiones. Para ello se recomienda una dieta saludable que incluya el consumo dosificado de proteínas, grasas y carbohidratos, y a la vez proporciona una buena dosis de vitaminas, fibra y minerales, especialmente a través de las frutas, verduras y hortalizas. En general, el hecho de tener sobrepeso o de ser obeso no es un problema cosmético sino de salud. Por ello el ejercicio físico mantenido junto con una dieta equilibrada va a mejorar la calidad de vida de cualquier paciente con dolor.

Dra. Mª Angeles Canós Verdecho
Jefa de la Unidad Multidisciplinar de Tratamiento del Dolor del Hospital Universitario y Politécnico La Fe
http://www.hospital-lafe.com/

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