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Protagonista | Entrevista al Dr. José María Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genómica del USADA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EE.UU.)

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Entrevista al Dr. José María Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genómica del USADA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EE.UU.)

¿Hasta qué punto influye la dieta en nuestra vida? ¿Somos lo que comemos? El Dr. José María Ordovás es un investigador pionero en nutrigenómica, la ciencia que estudia cómo se relaciona la alimentación y la genética, es decir, intenta descubrir las claves para personalizar las recomendaciones nutricionales basándose en la información obtenida del genoma de cada individuo. ¿Su objetivo? Prevenir enfermedades y ayudar a tener una mayor calidad de vida.
El estudio del genoma humano permite conocer la predisposición genética a padecer ciertas patologías, y una adecuada alimentación puede ayudar a compensar ese riesgo. La obesidad, la diabetes y las dolencias cardiovasculares son las que más podrían beneficiarse de esta ciencia, pero también resultaría provechosa para otras como el cáncer o las enfermedades neurológicas.
El Dr. Ordovás es actualmente Director del Laboratorio de Nutrición y Genómica del USADA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (Estados Unidos), Profesor de Nutrición y Genética, Director Científico del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación (IMDEA), así como colaborador senior en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de Madrid.

¿En qué punto de desarrollo se encuentra actualmente la nutrigenómica?
Efectivamente ya llevamos algún tiempo trabajando en nutrigenómica, primero con poca visibilidad pública, puesto que estábamos construyendo los cimientos de la misma, pero poco a poco ha ido adquiriendo mas difusión entre la población general. Como toda actividad que comienza, especialmente cuando uno se mueve en territorios totalmente nuevos y desconocidos, nos equivocamos de dirección, se cometen errores, etc. Pero lo importante es corregir y que eso sirva para seguir dando pasos hacia delante. Por lo tanto en estos momentos estamos capitalizando el conocimiento adquirido y también las tecnologías que han ido surgiendo durante los últimos años y que eran impensables cuando nos iniciamos en esto hace ya más de dos décadas.

¿Cómo ha evolucionado esta ciencia desde sus comienzos?
El concepto está desarrollado desde hace unos dos mil años cuando el romano Lucrecio nos decía que “lo que es alimento para unos es amargo veneno para otros”. Pero hasta este siglo el saber para quien un determinado alimento era una cosa u otra significaba tomarlo y esperar a ver las consecuencias. Naturalmente que lo de “amargo veneno” es una postura bastante extrema, pero lo cierto es que respondemos a los alimentos o a sus componentes de maneras muy diferentes.
Por ejemplo, durante la década de los ochenta en los estudios nutricionales que hacíamos nos dábamos cuenta de qué forma tan distinta reaccionaban los individuos a las dietas terapéuticas recomendadas para bajar el colesterol. Esto me llevo a estudiar que la causa podía ser genética. El problema es que en aquella época no teníamos la secuencia del genoma humano, ni la tecnología de hoy en día. Estábamos literalmente en la edad de piedra de la genética.
Desde entonces la nutrigenómica ha ido avanzando a caballo entre el conocimiento y la tecnología que se ha generado, y sobre todo, gracias a un cambio en la manera de investigar, que ha pasado del laboratorio individual con sus grandes limitaciones, a los grandes consorcios cooperativos que son totalmente necesarios para reunir la masa crítica necesaria para abordar un problema tan complejo como el que estamos interesados en resolver. Es decir, las bases genéticas de la respuesta individual a la dieta.


¿Cuándo cree que se universalizará esta ciencia para que pueda ser aprovechada por la población en general?
A pesar de los avances realizados, naturalmente esto no implica que se traduzca de manera inmediata en productos que aproveche la población general. Sí que existen ya prototipos de test genómicos que ayudan a personalizar mejor las recomendaciones, bien sean nutricionales o de comportamiento (por ejemplo, con respecto al ejercicio). Como toda novedad son artículos todavía relativamente caros, pero los próximos 2-3 años van a ser testigos de un aumento de calidad y una disminución del coste. ¿Cuándo estará asequible a la población general? Todo depende también de cuando salgamos de esta crisis que nos lleva más a preocuparnos de sobrevivir que de vivir bien.

¿Una adecuada alimentación puede ayudar a mejorar en todas las patologías?
Al menos en todas las que afectan de una manera más cuantiosa a la población general tanto de países industrializados como de aquellos que están en desarrollo. De hecho, las enfermedades con un beneficio potencialmente mayor de la nutrigenómica son la obesidad, la diabetes y las cardiovasculares, pero también el cáncer y las neurológicas.

¿Podrían llegar a evitarse o sólo retrasarían su aparición y mejorarían la calidad de vida del paciente?
No hay una respuesta concreta a lo de evitar o retrasar. Somos biológicamente -y no digamos psicológicamente- demasiado complejos como para hilar tan fino, pero en realidad poco importa, ya que lo que está claro es que no somos inmortales, así que si conseguimos aumentar la calidad de vida durante el proceso del envejecimiento, y por lo tanto que el sujeto no se convirtiera en “paciente” por un largo periodo de tiempo, pues ya sería un gran avance, especialmente teniendo en cuenta que en nuestro país pasamos la mitad de nuestra vida con la opinión de que nuestra salud no es todo lo buena que debería de ser.

Cuando se habla de la posibilidad de prevenir la diabetes con la nutrigenética, ¿nos referimos siempre a la diabetes tipo 2? ¿O podría ayudar de alguna manera a la diabetes mellitus tipo 1?
Naturalmente que en principio beneficia a la más abundante, que es la tipo 2, pero los sujetos con tipo 1 necesitan un ajuste muy preciso de sus hábitos, y en este caso también la nutrigenómica puede jugar un papel importante a la hora de mejorar la calidad de vida de estos pacientes –y aquí no hablamos ya de prevenir, sino de mantener una mejor calidad de vida–.

¿Son los genes determinantes?
Hay algunos genes de enfermedades raras que sí que son determinantes, pero como su propio nombre indica, son raras. Sin embargo, para la mayor parte de las enfermedades, las mutaciones que tenemos en nuestros genes sólo nos predisponen a tener más riesgo. Es como un esquiador, que tiene más posibilidades de sufrir los efectos de un alud mientras practica este deporte que alguien que está en una playa en el Pacífico -pero este último tiene más riesgo de un Tsunami-. Lo mismo pasa con alguien que esté predispuesto genéticamente a la obesidad comparado con otro que tenga unos genes protectores. Nosotros no podemos modificar nuestros genes, pero sí es posible conocer y controlar el medio ambiente, de igual manera que nuestro esquiador, con información y experiencia, debe saber en qué lugares o en qué época no debería esquiar.
En el caso de la obesidad, si alguien conoce qué genes le empujan a sufrir esta patología, puede llevar a cabo una dieta y un estilo de vida apropiados para evitar que esos genes se manifiesten. Hasta ahora lo hemos hecho probando aquí y allá, y con el peligro de caer en las “dietas milagro” y sus consecuencias, pero con la nutrigenómica se podrá ir a tiro hecho.


¿Llegará el día que la ciencia pueda modificar artificialmente los genes?
Sí, pero ¿con qué consecuencias? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Por qué? Aquí nos metemos en territorios muy peligrosos éticamente. Sería interesante para aquellas enfermedades raras de las que hablábamos, pero extenderlas a aquellas comunes que son resolubles simplemente actuando con sentido común me parece meterse en terrenos peligrosos, al menos desde mi punto de vista.

¿Cuánto pesa la genética en la obesidad?
En la población en general entre un 40 y un 70% es genética. El resto queda en nuestras manos, así que tenemos una gran capacidad de cambiar nuestro destino genético.

¿En qué consiste una alimentación adecuada? 
Hasta ahora y en ausencia de nutrigenómica, de manera generalizada puede afirmarse que consiste en comer de una forma variada y de acuerdo con nuestro estilo de vida (es decir, las calorías que consumimos deben estar equilibradas con las que gastamos). Mi maestro Grande Covián lo expresaba de manera ideal en una sucinta frase: “comer de todo en plato de postre”, y además si evitamos en lo posible tanta comida “basura” -aunque prefiero utilizar un término menos derogativo, como “calorías vacías”-, pues mejor.

Usted siempre ha defendido las tradiciones culinarias. ¿A qué se debe?
Pues al hecho de que llevan consigo una gran experiencia, y a que es el producto de centenares de años de refinamiento y mejora para sobrevivir de la mejor manera posible con lo que se tenía a mano, desde los productos principales a los “adornos” -que en absoluto lo son- de las hierbas, especias, etc.

¿Son recomendables los suplementos alimenticos?
Para aquellos que lo necesiten y en la etapa que lo necesiten. Lo difícil es saber quién y cuándo. Es importante recordar que más de algo bueno no es mejor, y que de hecho puede volverse en contra. Este es otro aspecto que esperamos que la nutrigenómica, o la nutrición personalizada, o el nombre que le demos, contribuya en su momento a definir de una manera más precisa.

Gracias a la nutrigenómica se puede conocer, incluso antes de nacer, la predisposición del individuo a ciertas enfermedades. ¿Hasta qué punto es importante, por ejemplo, la alimentación en la etapa fetal? 
La alimentación materna durante la época fetal es, sino crucial, al menos muy importante para el resto de la vida del individuo. Aquí estamos perdiendo una gran oportunidad por no concederle a este periodo la importancia adecuada en las consultas médicas. La madre hará lo posible durante esta etapa para darle lo mejor al bebé, y por lo tanto es un momento muy propicio para introducir o mejorar aspectos nutricionales. Pero debemos ir más allá todavía, ya que la preparación debería hacerse antes de concebir y por parte del padre y de la madre. Obviamente esto no es posible en todos los casos por muchas razones, pero sería lo ideal.

¿Cómo condiciona la madre al feto?
La madre, efectivamente, condiciona al feto de muchas maneras, incluyendo las preferencias alimentarias que luego tendrá después de nacer. La alimentación o el estilo de vida de la madre no va a introducir cambios genéticos, pero sí epigenéticos, es decir, cambios en la expresión de los genes sin que haya cambios en la secuencia de los mismos. Pero esos cambios de expresión de los genes pueden inclinar la balanza hacia más o menos riesgo de todas las enfermedades de las que hemos hablado y que se manifestarán varias décadas más tarde.

¿Qué dieta recomendaría para un niño? ¿Hasta qué punto puede condicionar su vida adulta?
Un niño pasa por varias etapas y tampoco se puede generalizar. Siempre hay que huir de los extremos, que normalmente no conllevan a largo plazo nada bueno. En el momento en que el niño alcanzara una edad de comer de todo, pues recomendaría que así lo hiciera y además dentro del entorno familiar. Ya sabemos que cada vez es mas difícil, pero esas comidas compartidas, y hacerlo partícipe del proceso completo de la alimentación desde la compra a la elaboración y su consumo, son importantes y van a afectar a sus hábitos de por vida, y por lo tanto a su salud.

Sabrá que el modelo farmacéutico español mira al futuro pensando en que tiene una baza importante para mejorar su rentabilidad separando la dispensación y la prestación de servicios. ¿Cree que los test genéticos de alimentación serían una buena opción en este sentido para el farmacéutico? ¿Cuál sería su función?
Este fue uno de los temas centrales de un congreso que se celebró en Madrid el año pasado (http://nutriciondesdelafarmacia.es).
Creo que sería un buen punto de información y de dispensación, para luego más tarde formar las alianzas apropiadas con nutricionistas y médicos para su interpretación. Especialmente en lo que se refiere al nutricionista sería un tándem excelente en la propia farmacia. La ventaja de la farmacia es también psicológica, ya que es un lugar donde la gente se siente quizá más cómoda para consultar, preguntar, etc. Además, su distribución abundante por toda la geografía, coloca a la farmacia en una posición de ventaja para penetrar no sólo los productos, sino la educación. Este es un modelo que ya se practica en algunas de ellas. Es decir, el ampliar el aspecto nutricional de la farmacia con la presencia de especialistas en nutrición o farmacéuticos que han adquirido además el componente nutricional.

¿Qué fiabilidad tienen estos tests genéticos actualmente?
Depende, como en todo. Los hay que ofrecen toda la fiabilidad posible en estos momentos, otros que son regulares, y otros que hay que eludirlos por ser poco recomendables para la salud y para el bolsillo. Normalmente hay que evitar aquellos que se venden directamente al consumidor a través de Internet. Sobre todo los que además del test ofrecen la solución milagrosa para tu genoma. Hay que limitarse a aquellos que tienen como punto de referencia un profesional de la salud de prestigio. Aun así lo que pueden ofrecer es lo que se conoce en estos momentos, que queda todavía lejos de lo que tenemos como objetivo.


En españa se está estudiando la posibilidad de liberalizar la farmacia. Usted conoce los dos modelos perfectamente, ya que vive a caballo entre estados unidos y españa. ¿Cree que es necesario hacer ese cambio en nuestro país?
Bueno, yo me dedico a la investigación y no a la política sanitaria. Lo que veo es que para el carácter español el modelo de farmacia que tenemos hasta ahora puede que sea el mejor, ya que el modelo estadounidense es totalmente deshumanizado y ya hemos deshumanizado demasiadas cosas. Por supuesto que puede ser más práctico el de Estados Unidos, pero hay que alcanzar un balance. Pero lo digo como usuario y como alguien que vive los dos sistemas desde hace tres décadas, y personalmente y desde esta posición, repito, no de experto, me quedo con el que tenemos.

¿Cómo afecta la crisis a la investigación médica en españa y en estados unidos? ¿Existen muchas diferencias?
La crisis está afectando muy seriamente a la investigación en ambos lados del Atlántico. Lo que pasa es que en el lado americano está ocurriendo dentro de un cierto nivel de “control”, puesto que todo sigue funcionando de la misma manera que siempre, sólo que a un ritmo mucho menor de fondos y de actividad.
En España estamos viviendo una paralización muy peligrosa, sobre todo para las nuevas generaciones que más vamos a necesitar en nuestro futuro. Recordemos cómo la pirámide de población en nuestro país se está invirtiendo y cada vez vamos a tener menos jóvenes. Si los empujamos hacia fuera como lo estamos haciendo, ya sabemos lo difícil que es mantener de pie una pirámide invertida. De manera breve y castiza, como país “nos vamos a caer con todo el equipo”. •

Elena Ameijides.
Redactora de la Revista Acofar.
Madrid.

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